El pico Okolchitsa se encuentra a unos 20 kilómetros de Vratsa. Al este se encuentra la cabaña del mismo nombre, con capacidad para más de 80 turistas y un buen punto de partida para visitar la zona histórica.
Como todos sabemos, el 17 de mayo de 1876, un grupo insurgente liderado por Hristo Botev capturó el barco austriaco «Radetsky» y desembarcó en la costa búlgara cerca de Kozloduy. Tras tres días de feroces batallas con un oponente considerablemente superior, los rebeldes tomaron posiciones en los picos Kamarata y Kupena, y en la segunda batalla, el numeroso ejército de turcos y circasianos, reforzado con dos cañones de montaña, no logró derrotar al puñado de valientes.
Hristo Botev y algunos de sus camaradas se detuvieron en la ladera sureste del monte Kamarata, sobre la ladera de Iolkovitsa. Se levantó para ver dónde estaban los demás chetniks y cayó repentinamente, atravesado por una bala enemiga. Sus compañeros, destrozados, tomaron la insignia del voivoda y cubrieron su cuerpo con ramas para que los turcos no se metieran con él. La historia ha conservado las palabras del único testigo superviviente de la muerte del voivoda, Nikola Obretenov: «Besamos a Botev en la frente, que estaba limpia, y en la oscuridad nos retiramos, dejando su cadáver junto a la misma piedra donde fue asesinado…». Hoy, la frente del voivoda marca una pequeña roca con la inscripción: «Al gran Botev. Tu profecía se ha cumplido: ¡estás vivo!». En 1901, una comisión, que incluía a nueve compañeros de Botev, especificó las posiciones del escuadrón y propuso erigir un monumento para perpetuar esta hazaña «en un lugar visible, personal y cercano a la última batalla».
La idea se hizo realidad en 1937-1938, cuando se construyó el obelisco de 35 metros, un elemento destacado sobre el fondo de los maravillosos panoramas que ofrecen las montañas y los campos de Vratsa.
En 1947, la cruz de la milicia en la cima fue sustituida por un pentagrama, pero en 1991 el monumento recuperó su aspecto auténtico.
La tradición, establecida por doce turistas ya en 1947, de organizar la marcha nacional «Tras las huellas de Boteva Cheta» desde Kozloduy hasta Okolchitsa sigue vigente. Cada año, el 2 de junio, fecha de su fallecimiento, miles de personas de todo el país se inclinan ante el heroísmo del poeta revolucionario, sus chetniks y todos aquellos que murieron en la lucha por la liberación de la esclavitud turca. Botev demostró con toda su vida y obra la veracidad de sus palabras: «Quien cae en la lucha por la libertad, no muere». Con tan solo 28 años y dejando solo 20 poemas, se aseguró la inmortalidad y la eterna gratitud de todas las generaciones de búlgaros.
